Breathe and Dance

En el verano de 2012, muy al norte de Noruega, en las islas Lofoten, nació la idea de captar el aliento del mar. Lejos de todo ruido ajeno me encontraba a solas en la orilla, delante de mí el mar transparente, casi en calma hasta el horizonte. Las olas besaban la arena para luego retirarse, tomar aliento y repetir la acción. Fuera de su murmullo sólo se oía uno que otro grito de gaviota. Son pocos los momentos y limitados los lugares donde se reúnen todos los factores que permiten experimentar, aunque sea por el lapso de apenas 60 segundos, esta serenidad visual y sonora. Mi búsqueda se ha limitado al norte, que es a la vez mi norte personal.

Mi aspiración es llevar esta experiencia a un público que no puede presenciarla personalmente. Es una invitación para entrar en el ritmo, ver bailar las algas y sumergirse en la perpetuidad cambiante. Muchos años antes de que yo me parara en las orillas, Pablo Neruda ya había convertido mi experiencia en un poema.

 

Yo aquí vine a los límites

En donde no hay que decir nada,

Todo se aprende con tiempo y océano, …

 

Extracto del poema “NACE” de Pablo Neruda

 

Birte Pedersen

Mi experiencia con Breathe and Dance está filtrada por la forma en que estos espacios y atmósferas fueron capturados. No sentí directamente el viento o la humedad del ambiente en la piel; mi lectura del lugar es una reconstrucción de un espacio y un momento específicos, a través del ojo de la artista y con las cualidades y características de las distintas cámaras digitales que utilizó.

 

Trabajé alrededor de los sonidos originales, reforzando el estado contemplativo de las tomas y complementando las atmósferas, pero buscando que la nueva mezcla expandiera nuestra percepción de espacio hacia algo más ambiguo y, por momentos, distanciado de su referente real.

 

La obra final es la suma de nuevos instantes y espacios que resultan de la superposición de un momento evocativo y la invención de un espacio. Un híbrido que bascula entre opuestos: orgánico y artificial, pasado y presente, dinámico y estático. La aparente monotonía de las piezas solo se rompe después de varios minutos, si el espectador se permite entrar en el paisaje y se deja llevar por los distintos tiempos de cada video. Si el espectador es paciente podrá romper la tensión superficial y descubrir un mar de sutilezas.

 

Jorge Espinosa M.