Identidades Fragmentadas

La Carrera de Artes Visuales, de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes de la PUCE, presenta la exposición de Fin de Grado titulada: “Más allá de las piezas, Identidades Fragmentadas” que se inaugurará el jueves 18 de mayo a las 17h00 en la Sala de Ciencias, del Centro Cultural PUCE.

En las obras propuestas, identificamos un riesgo común de abordar la noción de identidad desde una situación de quiebre o literalmente como piezas sueltas, no necesariamente con la intención de rearmarlas o buscar un todo, sino más bien, arriesgarnos a la creación artística desde un momento de inestabilidad.

En ese navegar, compartimos casualmente la aspiración de motivar al público a encontrarse con obras que los enfrenten desde el secreto, el cotidiano, lo familiar, la infancia, lo catártico, el género y consecuentemente, la sanación como posibilidad, activadas de manera reflexiva con el dominio de varios medios artísticos.

Es así como Dominique Heymann, nos invita a mirar hacia adentro, poniendo énfasis en lo visceral como aquello que nos recuerda la vulnerabilidad de nuestro cuerpo y su elasticidad física y mental, tratando la imagen con suma delicadeza desde la acuarela, donde la técnica y el esparcimiento del material, funcionan como metáfora de la viscosidad y la fluidez de nuestros afectos.

Kaya Maldonado parte de la relación de ese mismo cuerpo vulnerable, pero aquel que socializa y que deja marca en el espacio cotidiano; nos muestra su fijación en la casa y en los rincones. A partir del tejido y el hilo rojo, la artista tensa sus propias relaciones familiares, explorando con el material y las secuencias de tramados, texturas y nudos, que casi vislumbran un nuevo lenguaje desde el tacto.

Nicole Merchán se enfoca en esa noción de hogar como un espacio conflictivo y dominante, desde la jerarquía familiar que provoca, hasta la simbología agresiva que la artista devuelve con un manejo de cita e iconografía pictórica, apropiándose de figuras históricas y mitológicas que asienta como reflexiones desde la pintura, su serie sugiere una secuencia, una narración trágica de la mujer que a veces es ella misma o una proyección femenina.

Johana Ortega voltea su mirada hacia la reconciliación y la posibilidad del encuentro entre dos cuerpos que se alivian ante el insoportable ruido que el mundo contemporáneo genera. Caprichosamente, nos propone una animación que solamente se completa a través de una pantalla que contiene un recurso de Realidad Aumentada, que hace las veces de filtro, entendido como una separación entre la realidad y lo que se muestra en lo digital.

Soheila Rivas, parte de esa misma lejanía y el filtro, como nociones de espacios seguros y contenedores de secretos. Con sus obras, reflexiona sobre lo guardado, lo oculto y la mirada condicionada. En una actitud de enfrentamiento, dispone en la sala de una serie de dispositivos que activan en el público un acercamiento a sus propios secretos y de la necesidad de retirarse esa conveniente máscara creada por la oscuridad.

Gabriela Sosa se inquieta en comprender en qué etapa del ser humano nace la necesidad de entenderse como un yo; de colocarse ese abanico de máscaras para sentirse identificado como un individuo psicológico partiendo de las relaciones colectivas con el contexto al que se pertenece. Su obra nace con un muy cuidado taller con niños de la población de Sigchos – Chugchilán, a quienes invita a reconocer su psique de manera separada, como en el estadio del espejo, con un robot de juguete que refleje su identidad personal.

Paula Toscano decide interiorizarse y relatar en 3 etapas, la relación con su madre, a las que simboliza en una instalación que se asemeja a una habitación. Cada mueble figura como testigo de sus vivencias y se disponen a veces para rechazar y otras para recibir al visitante, a quien se trata de involucrar en un ambiente cargado de recuerdos y conversaciones a medio cerrar, como si se tratase de vincularlos en esta relación íntima y a su vez común.

A Arianna Zamora le urge poner en discusión el peligro inminente al que la mujer se enfrenta en su cotidiano a partir de un cortometraje, manejado con recursos que remiten a la crudeza de una violación. Este material sirve a su vez como detonante, para preguntar a las visitantes sobre los lugares donde se sienten seguras y que, irónicamente, la artista se anticipa a la pesimista respuesta, ubicando fotografías donde pedirá que estampen con huellas digitales sus testimonios.

Francisco Merchán, presenta un sostenido y largo proceso de exploración de la lana como potencial material de volumen, que, en un acto de unión y pegado, genera formas que nos remiten a lo floral o lo vegetal, inspirado frecuentemente en el jardín como un espacio de coexistencia entre lo diverso y lo vivo. Para la sala, el artista nos muestra un video del proceso de las piezas mientras que, al lado de la Galería Parterre de la PUCE, sitúa sutilmente sus piezas en diálogo con el proyecto de jardín de plantas nativas de la Carrera de Artes Visuales.

Invitamos así a nuestros visitantes, a no temer al fragmento, a lo separado o a lo descosido, pues en el recorrido de esta exhibición, se encontrarán con un vaivén de relaciones y desconexiones que apuntan a generar una experiencia de empatía a través del arte.

Ernesto Salazar Rodríguez

Docente de la Unidad de Integración Curricular
Carrera de Artes Visuales FADA PUCE