Entre el 15 de junio y el 17 de julio de 2020 la Carrera de Artes Visuales de la PUCE presenta una serie de eventos en línea bajo el título DES_ENLACES, PROCESOS ARTÍSTICOS EN CONFINAMIENTO. Estas actividades son gestadas desde las áreas de Taller, de Herramental, de Técnologica y de Teoría. Este programa de eventos se configura a partir de unas condiciones muy excepcionales de enseñanza-aprendizaje y de producción artística, aquellas suscitadas a partir de la emergencia sanitaria por COVID-19. Los trabajos que se presentan en estas doce exposiciones virtuales ofrecen la oportunidad de observar una selección de los proyectos realizados en las asignaturas de Taller de Arte y de los procesos y ejercicios realizados en nuestras cátedras herramentales durante el primer periodo 2020.
Estas exposiciones reflexionan alrededor de los lenguajes artísticos y su enseñanza en el ámbito académico y plantean varios enfoques: los fundamentos del arte, la reflexión sobre la representación y la poética visual, la relación entre arte y espacio, así como los lenguajes y los procesos del arte contemporáneo. Estos eventos de cierre de semestre buscan compartir con la sociedad nuestras experiencias en las aulas (virtuales) y permiten mostrarnos como una carrera de arte que valora de manera equitativa tanto el lado formal, como el aspecto conceptual de la producción artística.
Esperamos que estos espacios expositivos, ya sean virtuales o físicos, se conviertan en una posibilidad para reflexionar sobre nosotros mismos, lo que nos rodea y lo que podría pasar a futuro en el campo del arte.
¡Bienvenidxs!
Giada Lusardi,
Directora, junio 2020.
En las ventanas, un aliento
Las propuestas artísticas que se presentan a continuación constituyen aproximaciones a la pandemia del Covid-19 desde la experiencia del confinamiento. Durante las últimas semanas del primer semestre del 2020, en la clase de Teoría del Arte III decidimos abordar la crisis sanitaria, social y económica que vivimos a partir de textos muy diversos entre sí (Paul Preciado, Jerry Saltz, Ana Longoni, Santiago Roldós, Andrea Alejandro Freire). A partir de las lecturas, el trabajo final tuvo como premisa producir una reflexión artística sobre la crisis a través de una imagen o conjunto de imágenes (visuales, sonoras o corporales) que expresaran la función o importancia del arte para pensar/actuar en medio de esta situación.
Llevar a cabo este ejercicio tuvo limitaciones muy rígidas: los y las estudiantes no podían exponerse para resolver sus propuestas, debían utilizar materiales y herramientas que estuviesen disponibles en sus viviendas. Además, debían lidiar contra la incertidumbre, el miedo, el insomnio, las noticias desalentadoras, la presión física y psicológica del encierro, los problemas emocionales, el aislamiento social y la restricción de movilidad. ¿Cómo producir arte en este contexto?
Mientras estudiábamos la crítica institucional y la censura, y los diálogos del arte con las prácticas feministas, en Guayaquil fallecían miles de personas. La pregunta por el sentido del arte frente a la enfermedad y la muerte se volvía cada vez más urgente. Compartí esta inquietud con Andrea Alejandro Freire, invitado en nuestra clase, y su emotiva respuesta de alguna manera alentó el ejercicio final de la asignatura. La idea no fue, entonces, resolver interrogantes de índole trascendental, sino darle sentido a la experiencia de la pandemia desde las posibilidades críticas, expresivas y sanadoras del arte.
Las propuestas de los y las estudiantes comparten temas y motivos que son interpretados desde distintas motivaciones: los estados emocionales, los vínculos afectivos, el transcurso del tiempo durante el confinamiento, la cotidianidad del espacio doméstico, la percepción de la luz en el interior de la casa, las ventanas como zonas liminales, la habitación personal como refugio y la vista del cielo como un lugar de esperanza. La exploración del mundo interior se registra a través de diarios y formas de autorrepresentación en donde el cuerpo cobra protagonismo. En cuanto a la concreción material, las restricciones de la cuarentena impidieron experimentar abiertamente con los recursos formales, no obstante, en esta selección observamos ensayos y obras en proceso que pueden ser de gran utilidad en lo posterior.
La propuesta de Sebastián Jiménez construye una elocuente imagen del cuerpo confinado, un cuerpo que redefine su autonomía en los bordes de la cuarentena. El artista ensaya maneras de relacionarse corporalmente con un mueble que ha estado en su familia durante diez años. En las fotografías que registran la acción observamos un escenario cuidadosamente producido, el encuadre nos revela un piso entablonado de madera y una pared de ladrillos que sirve de fondo. La riqueza cromática y las texturas que podrían percibirse en imágenes a color es sustituida por una elocuente escala de grises que le imprime cierto dramatismo y seriedad al ejercicio. Las variaciones de la luz, que probablemente proviene de una ventana, sugieren un transcurso aleatorio del tiempo.
Aunque el artista es quien se mueve alrededor del objeto, mientras este lo contiene de manera casi inalterable, ambos cuerpos se influyen mutuamente durante el proceso. Jiménez se deja afectar a través de la piel desnuda, como si buscase contención o soporte en la estructura estable del aparador familiar.
Tamya Calderón alude a los momentos de introspección e incertidumbre a los que nos arroja el tiempo del encierro. En el curso sutil de los acontecimientos cotidianos encuentra la manera de expresar la sensación de espera y angustia que nos acompaña durante la pandemia. La propuesta consiste en el registro de cinco eventos experimentados en el interior del espacio doméstico: el reloj de cocina que transita las horas, el cielo que se transforma más allá de la ventana, la luz del sol proyectada sobre una planta, el intento fallido de encender palo santo con fósforos, y el transcurso fragmentario una película. Los conjuntos de fotografías documentan la textura temporal que envuelve estos sucesos que suelen ser pasados por alto en la atropellada vida contemporánea. En el poema que acompaña el proyecto la artista se refiere a la necesidad de un cambio de perspectiva: “le pido a la vida que nos permita verlo, que por un segundo nos quitemos la venda y logremos entender cómo todo lo que se ve estático, sin mucho movimiento, tiene otra manera de ver el tiempo y la existencia”. En la propuesta de Tamya la empatía desplaza, aunque sea por un instante, la ansiedad y el desasosiego.
En el contexto actual, la fotografía de Camila Nieto nos lleva a pensar inmediatamente en el confinamiento. Un extraño horizonte se produce gracias al encuadre nadir y la presencia del sol en el borde superior de la imagen. Esta composición enfatiza la idea de un paisaje distópico, en donde el edificio y las rejas funcionan como elementos carcelarios que restringen la libertad del personaje que se abre paso con los pies en el aire. La ventana, en cambio, se convierte en zona limítrofe, transicional, un lugar desde donde imaginar el nuevo mundo exterior, un signo de las posibilidades que esperan más allá del encierro. El gesto de salir aunque sea parcialmente del edificio es una forma de decir “estoy viva”.
Los ejercicios de autorrepresentación de Antonio Andrade manifiestan un proceso de transformación interior experimentado durante la cuarentena. Las imágenes difusas, temblorosas de sí mismo expresan la incertidumbre que representa una búsqueda identitaria marcada por conflictos existenciales. La sensación de perder la propia imagen en el espejo se traduce a través del recurso expresionista de la desfiguración.
Entre deformes y fantasmales estas impresiones diluyen una noción homogénea de identidad. Las diferentes capas que componen cada imagen revelan, más bien, una identidad en conflicto, maleable al punto de ser susceptible de cambios inesperados. Más allá de los estados de ánimo que puede atravesar el artista en su vida personal, la secuencia fotográfica construye un personaje que encarna la angustia de una generación que experimenta su primera gran crisis colectiva. Ante esta situación, el artista refiere: “Encuentro dentro del arte un respiro”.
Una exploración similar se evidencia en las fotografías de Noemí Bonilla, quien emprende un proceso de autorreflexión a partir de las sensaciones que experimenta durante el aislamiento en su dormitorio. La ventana, en cuanto umbral difuso entre ella y el mundo, funciona como leitmotiv en las imágenes, en donde la artista se revela a sí misma sólo fragmentariamente. Las sombras que se producen por la luz que ingresa a la habitación desde el exterior crean un ambiente nocturno de introspección que se refuerza por el uso de larga exposición en la cámara del teléfono móvil.
En Infusión Emocional, Miroslava Zumárraga desarrolla una reflexión sobre los hábitos de consumo que determinan la posibilidad de alcanzar el equilibrio interno, en un momento tan difícil y crucial como el que vivimos. En pequeñas bolsas de té la artista representa impresiones cotidianas que incluyen paisajes, alimentos, autorretratos, imágenes de prensa y estados emocionales, como si se tratasen de las páginas de un diario personal. Esta propuesta lleva a pensar en la necesidad del autocuidado a través de la elección consciente de lo que ingerimos.
Nicole Serrano también desarrolla una memoria personal de la cuarentena. En Ya nos vemos aparecen lugares que habitamos durante el confinamiento: el dormitorio, la ventana, el cielo. Estos motivos son recurrentes en las propuestas desarrolladas por los y las estudiantes, pero en la propuesta de Serrano encontramos un componente narrativo a través del cual ella busca autoexpresarse. La artista alude al malestar físico y emocional que representa el encierro, pero en cada imagen también incluye un signo de esperanza para enfrentar la crisis.
Aunque estas propuestas no constituyen proyectos culminados, son una memoria de los meses de marzo, abril y mayo de 2020, cuando Quito era una ciudad en suspenso, bajo toque de queda, que en ese momento veía desde lejos la catástrofe del Covid-19. En estas circunstancias el arte fue el espacio liminal que necesitábamos para dar sentido a nuestras experiencias de la pandemia, una ventana imaginaria desde donde mirarnos fundamentalmente a nosotras mismas.
Ana Rosa Valdez, docente Teoría del Arte III
Propuesta artística de Sebastián Jiménez
Propuesta artística de Tamya Calderón
Estudiantes
Sebastián Jiménez
Tamya Calderón
Camila Nieto
Antonio Andrade
Noemí Bonilla
Miroslava Zumárraga
Nicole Serrano
Propuesta artística de Camila Nieto
Pensar(me) en tiempos de crisis
Propuesta artística de Antonio Andrade
Reflexiones desde el cuarto y la ventana
Propuesta artística de Noemí Bonilla
Propuesta artística por Miroslava Zumárraga
Propuesta artística de Nicole Serrano
Créditos de la exposición
Dr. Fernando Ponce León, SJ.
Rector
Dr. Fernando Barredo Heinert, SJ.
Vicerrector
Mtr. Fabiola Jarrín Jaramillo
Directora General Académica
Christine Van Sluys Arq. Urb.
Decana Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes
Mtr. Jaime Sánchez Santillán
Subdecano Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes
Mtr. Giada Lusardi
Directora Carrera de Artes Visuales
Dr. Roberto Díaz
Secretario Abogado FADA
Docentes Taller de Arte: Gonzalo Jaramillo Morán, Consuelo Crespo Dávila, Diego Arias Moscoso, José Luis Macas Paredes, Ernesto Salazar Rodríguez, Manuel Kingman Goetschel, Pilar Flores, Jaime Sánchez Santillán.
Docentes CAV: Carlos Buitrón Mendizábal, José Carrera Carrera, Pamela Cevallos Salazar, Franciné Córdova Ramirez, Luis Crespo Dávila, Sol Gómez Muñoz, Jenny Jaramillo Valvieso, Alex Schlenker Galindo, Gonzalo Vargas Maldonado, Romina Muñoz Procel, Alexander Alcocer, Teo Monsalve, Ana Rosa Valdéz Hermida
Coordinación Eventos: Manuel Kingman Goetschel
Diseño gráfico y web: Diego Arias Moscoso y Ernesto Salazar Rodríguez
Difusión en redes sociales: Carlos Buitrón Mendizábal